La Plaza Real
Un espacio abierto, entre las callejuelas de la ciudad antigua
En 1860, la inauguración de la plaza Real en un solar que estaba ocupado anteriormente por un antiguo convento desplazó el centro de Barcelona junto a la Rambla. De regusto napoleónico, su arquitectura, era distinguida y elegante, y atrajo a las familias acomodadas y los mejores restaurantes de la ciudad.
Aunque a lo largo de los años el centro de Barcelona se ha desplazado varias veces, la plaza Real ha preservado su fisiognomía especial: un espacio abierto, entre las callejuelas de la ciudad antigua, con restaurantes populares, cervecerías y discotecas.
La fuente de las Tres Gracias, proyectada por el arquitecto Antoni Rovira i Trias (que fue el encargado de desarrollar el plan Cerdà en el Eixample de Barcelona), las farolas diseñadas por Antoni Gaudí y las altísimas palmeras reales, confieren a la plaza un aire atemporal. Junto a los artistas, los bohemios y los viajeros que la han frecuentado a lo largo de su historia, la gente que está de paso hoy le da un toque contemporáneo. La plaza Real es un lugar de encuentro indispensable.